sábado, 11 de julio de 2009

LA HISTORIA DEL CANNABIS

Historia del Cannabis

HISTORIA DEL CANNABIS

El Neolítico (VIII Milenio -III Milenio Antes de Cristo)

La relación del hombre con el cannabis siempre ha existido, incluso antes de que nuestros antepasados empezasen a aprender a cultivar la tierra, hace ya unos 10.000 años. El hecho de que los pueblos prehistóricos no conociesen la agricultura no es obstáculo para que éstos conociesen las plantas, ya que una parte fundamental de su tiempo se dedicaba a tareas de recolección de plantas y frutos silvestres. Sin embargo es con la irrupción de la agricultura cuando el ser humano comienza a dominar la relación que hasta entonces llevaba con el reino vegetal. A partir de ahí el hombre multiplicó su conocimiento sobre las especies que cultivaba, y el cannabis, al igual que los cereales o los frutales no es una excepción. Las peculiaridades del cáñamo permitían su cultivo en una gran variedad de climas, desde el caluroso de Oriente Medio hasta el frío de la Europa Atlántica y Septentrional. Al mismo tiempo, el cáñamo proporcionaba a los agricultores una fibra extremadamente resistente que, tras un procesado, resultaba idonea par confeccionar prendas de vestir, calzado y otros instrumentos como cuerdas o redes. Además, si se cortaba el tronco en laminillas y éstas se secaban y prensaban superpuestas, el material resultante era muy apropiado para escribir sobre él, algo muy parecido al papiro egipcio, que se hacía con juncos del Nilo. Algunos textos fundamentales de la historia, como la Constitución de los Estados Unidos, a finales del siglo XVIII, fueron escritos sobre papel de cáñamo.

Aparte de su uso como materia prima para la elaboración de fibra textil, las propiedades enteógenas de la planta no pasan desapercibidas para las religiones de diferentes épocas, algunas de las cuales han evolucionado hasta nuestros días, como es el caso del culto rastafari. En las civilizaciones donde el cannabis se utliza por motivos religiosos, es común que su uso en la vida cotidiana también se asuma de forma natural, dado que se trata una sustacia integrada en la cultura de los diferentes pueblos. El cultivo del cannabis aparece y se difunde a medida que se extiende la revolución neolítica, pero tradicionalmente se sitúan en China y el Asia Central (el moderno Afganistán y los países vecinos), de donde se extendió a otros centros de civilización como Mesopotamia, Oriente Medio, y las cuencas del Nilo y el Indo.

El Mundo Antiguo (siglo XXX Antes de Cristo -siglo V Después de Cristo)

Asia y África

No es casualidad que la primera vez que el cannabis es citado en un documento escrito haya sido en una de las cunas de la revolución agrícola del Neolítico: China. Aparece en un texto escrito hacia el año 2737 antes de Cristo (A.C.) y atribuído al legendario emperador Shen Nung. Este texto, junto con otros muchos, sirvió como base para la elaboración del Pent Tsao Ching en el siglo I (hacia el año 30 A.C.). El volumen en cuestión es un tratado de farmacología, y el cannabis se recomienda para combatir la “debilidad femenina, gripe, gota, reuma, malaria y desmayos”. El Nei Ching, la obra más antigua de la literatura médica china, explica los usos terapéuticos de diversas partes de la planta como las flores, las semillas y la resina. La civilización china proporcionó a la humanidad varios inventos revolucionarios: uno de ellos es el papel. Según la tradición, su inventor fue Ts'ai Lun, en la provincia de Human hacia el siglo I después de Cristo, y la mayoría de papel chino de esta época se hacía con fibra y corteza de cáñamo.

Otra de las zonas donde más antiguamente se puede atestiguar la presencia del cáñamo es al el subcontinente Indio, desde el Himalaya al Índico, y de manera especial en las cuencas del Ganges (todo el norte de la actual India y los estados vecinos) y del Indo (el Pakistán moderno). Los restos más antiguos de fibras de cáñamo hallados en esta zona se remontan al siglo XV A.C. Se cita una bebida hecha a base de jugo de cáñamo como la favorita del dios guerrero Indra, un nombre mítico que se identifica con los invasores sánscritos que llegaron a la India durante el siglo XVII A.C. Los nombres de la planta en sánscrito eran charas y bhang (de una palabra que significa “cambiar la rutina sensorial”. Aquí el cannabis aparece relacionado con las religiones que nacieron en esta zona. El hinduismo ya cita al cáñamo en los Veda, más concretamente en el cuarto (Atharva Veda). La tradición brahmánica afirma que consumirlo “agiliza la mente y otorga salud”, además de atribuirle propiedades afrodisiacas. También la religión budista aprovechaba las cualidades del cáñamo como auxiliar para la meditación, especialmente las ramas hinayana y mahayana, así como los cultos tántricos.

Rápidamente el cannabis se extiende a través de Persia por los pueblos semitas de las civilizaciones mesopotámicas, (los actuales Siria e Irak junto con zonas del sudeste de Turquía), y de ahí pasa a los diversos pueblos cananeos de Oriente Medio (los modernos Israel, Jordania y Líbano) y al Asia Menor (Turquía). En Mesopotamia está documentado su uso por los asirios, así como por los caldeos. En el actual Irán lo consumían los persas. Entre los pueblos cananeos, se puede destacar que La Biblia, lo cita, entre otros libros, en El cantar de los cantares, un poema de corte erótico atribuido al rey Salomón donde se lo alaba bajo el nombre de kalamo. Hasta la época de la diáspora judía, ya en el siglo II de la era cristiana, era fumado en las singogas, y ha llegado hasta nuestros días como producto popular en pueblos como el libanés, que lo heredó de sus antepasados fenicios. El cannabis también llegó a Egipto ya en los tiempos del Imperio Antiguo (a partir del siglo XXIII A.C.), y los egipcios, al igual que los fenicios, exportaron cannabis por todo el Mediterráneo. En la zona del Sinaí está documentado el consumo de una bebida hecha a partir del cáñamo llamada suama. En el Asia Central (Turkmenistán, Uzbekistán, Afganistán, etc.) el cannabis fue muy bien acogido por los pueblso nativos, que ya lo conocían desde bien antiguo. Destaca el caso de los escitas, un pueblo de jinetes nómadas que conoció su apogeo entre los siglos V y III A.C. El historiador griego Heródoto cita con mucha precisión cómo los escitas se intoxicaban inhalando el humo que producían al quemar grandes piedras de hachís sobre brasas.

Grecia, Roma y la Europa Septentrional

El texto europeo más antiguo que cita el cannabis probablemente sea La Odisea, atribuida al poeta griego Homero (escrita hacia el S.VIII A.C.). En concreto se cita al cannabis bajo el poético nombre de “humo del olvido”. En la época de la Grecia Clásica se utiliza el cannabis en determinados cultos religiosos, como los Misterios Eleusinos o los ritos dionisíacos. Los romanos no consumían cannabis con fines religiosos, pero sí que éste era muy apreciado entre la población para animar fiestas y reuniones y también aparece en los libros sobre medicina y farmacia. En la ciudad de Roma existían fumaderos donde se podía comprar y consumir hachís importado de Egipto, Oriente Medio y Asia Menor. Como curiosidad se puede comentar que en la capital del Imperio el cannabis se pagabaaba diez veces más caro que el opio. Los mayores rivales de los romanos en el Mediterráneo Occidental fueron unos otros ilustres aficiondos al hachís: los cartagineses. Eran descendientes de colonos procedentes de Tiro (Fenicia) y éstos, como buenos cananeos, se llevaron consigo el cáñamo a su nuevo hogar. Incluso los soldados y marinos lo consumían: en 1969 una expedición arquelógica encontró dos ánforas repletas de hachís en buen estado en una nave de guerra cartaginesa. El buque había sido hundido frente a las costas de Sicilia durante la I Guerra Púnica (264-241 A.C.).

En la Europa noroccidental, la arqueología ha demostrado que tanto los pueblos germánicos como los celtas conocían perfectamente el cáñamo. Han aparecido restos de fibras de cáñamo en una urna funeraria de Wildemdorf, en el actual estado de Brandenburgo, al este de Alemania. Esta urna data del siglo X A.C., es decir, a comienzos del período de Hallstat de la Edad de Hierro. Los pueblos celtas como los galos o los gaélicos de Irlanda ¡fumaban cannabis: se han encontrado pipas con resto de cáñamo en diversos túmulos que prueban que el hábito de fumar es al menos dos mil años anterior a la llegada del tabaco.

América

El cáñamo llegó a América de la mano de los primeros grupos humanos que colonizaron el continente. El hallazgo de ropas de cáñamo en tumbas de pueblos de América del Norte demuetra que el cannabis llegó a esas tierras mucho antes que los europeos (algo que niegan fanaticamente algunos historiadores norteamericanos). Además, en una isla del Caribe que aún no ha podido ser identificada, se documenta el primer cigarrillo de marihuana, el primer porro. En esta zona también se inventaron los puros de tabaco, y el proceso con el cannabis era similar: bastaba con secar juntas un fajo de hojas atadas. Para fumarlas tomaban una hoja del fajo y envolvían las demás en ella poniendo unas dentro de otras y apretándolas fuertemente (la primera mención de estos cigarrillos se encuentra en un informe español de 1561).

La Edad Media (siglos V -XV)

La primera parte de la Edad Media fue una época muy dura para la Europa Occidental, una vez que cayó Roma (476), pero no así para el Oriente Medio y el norte de África, que tras la expansión árabe (a partir de mediados del siglo VII) adquirieron una gran vitalidad económica y cultural. El cáñamo ya se encuentra en prescripciones médicas escritas que circulaban entre los médicos árabes del siglo V. En el siglo XII se constata su utilización por las ramas más místicas del Islam, como los sufíes, los derviches, los fakires y algunos grupos persas. Además el hachís continuó siendo una planta de uso popular -no en vano la plabra hashish en árabe significa “hierba”-. En líneas generales, se puede decir que el mundo musulmán se enquista en una etapa inmovilista a partir del siglo XII y eso también afecta a nuestra planta amiga. En 1378 un edicto del Emir de Djoneima, Sudun Sceikuni, condena a serle arrancados los dientes a todo aquel que consuma hachís. A pesar de todo, la relación entre la cultura islámica y el hachís se mantiene, ya que en Las mil y una noches, un conjunto de cuentos escritos entre el año 1000 y el 1600, se cita una sustancia cuyos efectos se parecen mucho a los del hachís: el benji.

En Europa el cannabis vuelve a florecer primero en zonas colonizadas por los musulmanes (Al-Andalus en España o la europa balcánica, que fue ocupada por los turcos durante los siglos XIV y XV). Irónicamente, en la Europa Septentrional y Central son los cruzados los que traen hachís como recuerdo de sus expediciones en Palestina (siglos XI-XIII). De una manera o de otra, el cannabis se encuentra en casi todas las recetas de médicos curanderos y brujas a finales de este período (S.XVI). Además ya aparece en obras literarias como Gargantua et Pantagruel, de François Rabelais y en donde se denominaba a la marihuana bajo con el nombre de “pantagruelión”.

La Edad Moderna (Siglos XVI -XVIII)

Durante la Edad Moderna se continúa trazando el rastro del cannabis en diferentes partes del mundo. En Europa arrecia la caza de brujas, que veía sospechosa cualquier alteración del estado de la conciencia que no tuviese lugar en una iglesia. Así en 1484, el papa Inocencio VIII condena la brujería y la utilización del cannabis en los ritos satánicos. Sin embargo la marihana se utiliza a lo largo de todo el continente africano. En el norte ya en el siglo XVI vienen enumeradas muchas de las virtudes terapéuticas del cáñamo en el importante libro árabe de medicina Makhzan-al-Adwiya. Durante toda esta etapa, los exploradores europeos y árabes se encuentran en el África Negra con pueblos que consumen hachís de múltiples maneras en lugares tan distintos como las selvas del Congo o las llanuras pobladas por los zulúes, al sur del continente.

En la India, continúa con la mística relación del hiduismo con la hierba que ya se había iniciado en los tiempos del Neolítico, varios miles de años antes. Hacia el año 770 se compone un importante libro religioso, el Dharani o Libro de los rezos, que está escrito sobre papel de cáñamo. En el siglo XVI el cannabis tiene tal importancia que entre algunos pueblos se utiliza como moneda en los intercambios comerciales. En el subcontinente indio se consume cannabis de hasta tres formas distintas: con agua, con opio y con alcohol. Entre la importante minoría musulmana el hachís era igualmente reverenciado, incluso en zonas musulmanas que hoy no forman parte de la India -los actuales estados de Pakistán y Bangla Desh-. En 1893 y 1894, la adminstración colonial británica efectuó un minucioso estudio sobre el sector del cáñamo que publicó bajo el título de Indian Hemp Drugs Comission Report, en cuyo apéndice hay un ensallo titulado La religión del cáñamo, en el que J.M. Campbell explica los ritos místicos asociados a la planta.

LA EDAD CONTEMPORÁNEA (siglos XIX-XX)

Siglo XIX

La Edad Contemporánea convierte al cáñamo en Europa en una droga exótica para unos y en objeto de curiosidad científica para otros. El cáñamo se difunde a pesar de que el siglo XVIII termina con una nueva persecución de la hierba: Napoleón, durante su campaña de Egipto prohibió el cultivo, comercio y consumo de cannabis en todo el país. Sin embargo, tras su apresurada retirada, muchos científicos franceses recorren Egipto y comienzan a estudiar la planta. En el África negra y la India menudo el cáñamo fue tomado como elemento místico por nuevos movimientos religiosos de carácter nacionalista ante el colonialismo europeo y cristiano. En Angola, por ejemplo, comienza un nuevo culto religioso en torno al cáñamo -o riamba, como lo llamaban los pueblos nativos-. Se trata de los Bena-Riamba, los hijos del cáñamo. Ni qué decir cabe que éstas religiones fascinan a muchos europeos que acuden a estudiarlas, a la vez que los sectores más conservadores de las sociedades coloniales recelan profundamente de ellas y de las plantas que posibilitaban el contacto entre dioses y hombres. En cualquier caso, el interés por el cáñamo crece y ya en 1838 los británicos Raleigh, Esdale, O'Birest y O'Shaunessey comienzan los experimentos científicos para estudiar las propiedades químicas y médicas del cannabis. A mediados de siglo, una vez pasado el movimiento romántico, los intelectuales sustituyen a los científicos en su interés por el cannabis. Son famosas las experiencias de poetas como Henri Michaux, Gautier o Baudelaire -quien llegó a escribir su Poème du hashish, dedicado a la planta- y que formaron parte del llamado Club de los Hashishinos de París, quienes se reunían para disfrutar del hachís en compañía de los amigos.

La posibilidad de conseguir cannabis, y no sólo cannabis, a precios baratos en las colonias, hace que las farmacias europeas se pueblen de compuestos de cannabis, cocaína o morfina. También era posible comprar las sustancias en estado puro. Con ello, el valor de lo que hoy conocemos por drogas, se dispara. No es de extrañar que las potencias occidentales lleguen a librar la Guerra del Opio contra el Imperio Chino, a mediados del siglo XIX. El resultado de la derrota militar china es la “prohibición” del cultivo de opio en China. En términos prácticos, la guerra sirve para que los chinos no puedan cultivar su propio opio y tengan que comprárselo a compañías occidentales, principalmente británicas. Entre tanto, al otro extremo del mundo nacía un país cuya primera constitución fue escrita sobre papel de cáñamo: Estados Unidos. Poblado por una mezcla de inmigrantes de diversas partes de Europa y con minorías amerindias, negras, asiáticas e hispanas, el cáñamo se cultiva en muchas partes del país, y la situación es de total normalidad hasta las primeras décadas del siglo XX.

Siglo XX

La situación de tolerancia hacia los estupefacientes se mantiene, en líneas generales, durante la primera década de este siglo. Tras la I Guerra Mundial (1914-1918), Europa Occidental comienza a perder la hegemonía que disfrutaba y se ve obligada a seguir las pautas que marca Estados Unidos. Éste país continuaba nutriéndose de inmigrantes y durante el primer tercio del siglo cruzan el Río Grande decenas de miles de braceros mexicanos. Éstos se traían la marihuana con ellos, por lo que su consumo se extiende rápidamente por todo el sur. Allí la hierba encuentra una excelente acogida entre la población negra, que tal vez nunca dejase de consumirla desde los tiempos en que sus antepasados la usaban para comunicarse con sus viejos dioses africanos, antes de la esclavitud. Es la época en la que nace el jazz y en el sur la demanda de igualdad por parte de la minoría negra da lugar a unos años extremadamente tensos. La burguesía blanca comienza a sentirse amenazada y encarga a H.J. Anslinger, creador de la Oficina de Narcóticos, que orqueste una campaña anticannábica. Esta campaña recibe un gran apoyo y mediático gracias al apoyo de la firma Du Pont, que en aquella época creaba el nylon y estaba deseosa de ver desaparecer la competencia de las fibras naturales. Además, mucha gente que se había hecho de oro con el nogocio de la prohibición del alcohol (tanto los grupos de delincuentes como los elementos corruptos del sistema) buscaba nuevas prohibiciones para seguir ganando mucho dinero.

La suma de estos factores es demasiado fuerte para el cáñamo. Con un gran presupuesto que asegura la colaborción de los medios de comunación, en poco tiempo se genera una imagen muy negativa de la marihuana en la opinión pública. La campaña de Anslinger incluía historias ridículas, pero verosímiles sobre la locura asesina de los soldados de Zapata, a quienes el cannabis les ayudaba a combatir a las tropas norteamericanas que invadían su país. De ahí pasa a crímenes truculentos cometidos bajo la influencia de la marihuana y otras noticias sensacionalistas que a todos nos daría risa oirlas. Además Anslinger pone en una lista los nombres de los principales artistas que consumen marihuana, como Duke Ellington o Louis Armstrong. Finalmente, se aprueba en 1937 la Marihuana Tex Act, la ley que introduce la prohibición del cannabis en los EEUU.

Durante las décadas siguientes Anslinger y sus sucesores logran extender la prohibición a casi todo el mundo gracias a la hegemonía mundial de los EEUU. Por medio de diversas convenciones internacionales casi todos los estados, unos con más entusiasmo que otros, van posicionándose del lado estadounidense en los temas relacionados con ls drogas ilícitas. Durante las últimas décadas del siglo XX, en Europa esta prohibición se manifiesta con más rigidez en unos países que en otros, pero lo cierto es que desde entones y salvo unas meritorias excepciones como Holanda o Suiza, fumarse un canuto en el viejo continente supone infringir alguna ley o norma administrativa. Sin embargo, en algunos estados como Francia o Suecia, el consumidor puede incluso dar con sus huesos en el calabozo por un simple porro. En el resto del mundo la situación depende mucho de la situación socioeconómica de cada país, de sus tradiciones culturales y del grado de injerencia de las potencias extranjeras en sus asuntos privados. A situaciones como las de Jamaica o Marruecos, por poner dos ejemplos bien conocidos, se oponen casos como Estados Unidos, Kenia o Thailandia, que cuentan con durísimas legislaciones antidroga que no hacen excepciones con el cannabis.


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